Mundos muy diferentes se encuentran y colisionan en San Juan, la vibrante capital de Puerto Rico, un crisol de culturas indígenas, europeas, estadounidenses y afrocaribeñas forjado a fuego lento y con infinitas atracciones turísticas para deleitar a cualquier tipo de viajero o viajera. El tiempo se detiene en el Viejo San Juan. Casas coloniales de mil colores dibujan las calles adoquinadas que cruzan la plaza Colón hasta la Puerta de San Juan, del siglo XVII, que en su día fue la entrada principal de la ciudad amurallada. A lo largo de la orilla, fortalezas vigilan desde altos acantilados, y sus cañones aún siguen apuntando hacia el mar. Justo en el límite con el centro histórico, la costa rocosa da paso a la playa de arena suave de El Escambrón, un lugar resguardado perfecto para nadar y hacer snorkel.
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Mundos muy diferentes se encuentran y colisionan en San Juan, la vibrante capital de Puerto Rico, un crisol de culturas indígenas, europeas, estadounidenses y afrocaribeñas forjado a fuego lento y con infinitas atracciones turísticas para deleitar a cualquier tipo de viajero o viajera. El tiempo se detiene en el Viejo San Juan. Casas coloniales de mil colores dibujan las calles adoquinadas que cruzan la plaza Colón hasta la Puerta de San Juan, del siglo XVII, que en su día fue la entrada principal de la ciudad amurallada. A lo largo de la orilla, fortalezas vigilan desde altos acantilados, y sus cañones aún siguen apuntando hacia el mar. Justo en el límite con el centro histórico, la costa rocosa da paso a la playa de arena suave de El Escambrón, un lugar resguardado perfecto para nadar y hacer snorkel.
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